Irlanda es un gran destino para disfrutar de las vacaciones de verano. El turista hallará naturaleza, paisajes cautivadores, monumentos históricos, pasado celta en una simbiosis perfecta con vanguardia y modernidad, festivales, música tradicional irlandesa, gastronomía y recorridos literarios. Ir a Irlanda en verano es todo un acierto.
En la capital, Dublín, el turista podrá retroceder hasta 1.000 años en el tiempo para ver la exposición Dublinia, un viaje interactivo para adentrarse en la ciudad vikinga en St. Michael’s Hill. También se podrá acudir a la catedral de la Santísima Trinidad, dar un paseo por Dame Street hasta el castillo de Dublín o bien visitar el Ayuntamiento para explorar la historia de Dublín a través de la exposición Story of the Capital.
Asimismo, habrá que sacar tiemp para acudir al Trinity College, donde se puede contemplar el libro de Kells, un manuscrito ilustrado del siglo IX que consta de cuatro evangelios en latín y considerado uno de los libros antiguos más bellos conservado.
Si se quiere disfrutar con la auténtica esencia irlandesa se recomienda alquilar un coche para viajar por la Isla Esmerlda. Una parada obligatoria será Limerick, declarada Ciudad de la Cultura 2014, para conocer su pasado medieval y disfrutar con la multitud de eventos, espectáculos y festivales que se desarrollarán durante este vearn.
Desde Limerick se puede acceder a uno de los tramos de la Ruta Costera del Atlántico que transcurre desde Clare hasta Kerry, con una distancia total de 542 kilométros.
En la primera parte de la ruta se podrá acceder al faro de Loop para contemplar una espleéndia vista panorámica desde Kerry hasta los acantilados de Moher.
El camino seguirá hasta la península de Dingle, donde se podrá acceder en barco hasta las Blasket, unas islas cargadas de historia. El último tramo de esta ruta llama la atención por las Islas Skellig, una de las atracciones más misteriosas s a las que sólo se puede acceder en barco durante el verano.
Allí, se podrán subir los peldaños excavados en la roca hasta la cima de Skellig Michael, un monasterio erigido en el siglo VI por monjes cristianos usado como lugar de contemplación y retiro espiritual hoy en día,.
La Ruta Costera del Atlántico es un viaje fascinante por los confines de la Europa occidental para sentir el imponente océano, comer marisco muy fresco, admirar los paisajes y descubrir secretos conocidos solo por los autóctonos.
Foto vía Euroescapadas