Más del 50% de la población de Dublín es menor de 30 años y casi la cuarta parte menor de 15 años, un hecho que explica la perspectiva vibrante, divertida y liberal de la capital de Irlanda.
Los dublineses son en general unas personas relajadas y despreocupadas, más informales que serios. Esto no quiere decir que no haya cierta tendencia a la altivez (una gran inyección de prosperidad como la experimentada por la ciudad casi lo garantiza), pero años de dominio británico fomentaron un saludable desprecio por el esnobismo y lo que realmente impresiona en Dublín es el más el dinero que la clase social.
La población casi alcanza los 1,6 millones y, aunque la ciudad es predominantemente blanca y católica, a las considerables minorías protestantes y musulmanas se han sumado en los últimos años inmigrantes procedentes de Africa y Europa del Este. En términos generales, su asimilación ha sido un éxito, salvo acciones puntuales de intolerancia y racismo.
Probablemente, las normas sociales más estrictas son las de los pubs y, más específicamente, en el pago de las bebidas. El sistema de rondas, a través del cual cada uno paga por turnos la bebida para todo el grupo, es inherente a la vida del pub.
En cuanto a la religión, los dublineses más jovenes no son especialmente practicantes y las nociones de sexo, religión y política como temas tabú parecen haberse perdido. La mayoría de los jóvenes están desencantados con la política y la religión, pero el sexo siempre cosecha una audiencia bien predispuesta.
Los no fumadores estarán encantados en Dublín, ya que la normativa sin humo establecia en el año 2004 es todo un éxito. Irónicamente, muchas de las zonas de fumadores de bares y pubs se han convertido en el lugar de moda y las revistas las han calificado como las mejores áreas para el ligue y el romance (entre fumadores).
Foto vía Viajero Turismo