El Ha’penny Bridge, «El Puente de Medio Penique”, así denominado por el peaje que se cobraba para pasarlo hasta hace unos 100 años, une en el norte de Dublín la calle Liffey Street con el turístico barrio del Temple Bar. Este histórico ha cumplido ya 200 años de vida. Todo un hito.
Más de 35.000 personas cruzan a diario el río Liffey por el “Ha’penny Bridge”, el puente peatonal más famosa de la capital irlandesa, que acaba de celebrar sus 200 años de vida.
El pasado 22 de mayo se celebró un simbólico y bonito paseo por este puente a cargo de los descendientes vivos del alcalde que mandó su construcción y su diseñador, John Claudius Beresford y John Windsor, respectivamente.
En su día, el “Ha’penny Bridge” se erigió en una obra arquitectónica de vanguardia tecnológica y en una declaración de intenciones respecto al deseo de los habitantes de Dublín de preocuparse por el futuro y dejar de lado el pasado.
Durante 200 años, el Ha’penny Bridge ha sobrevivido a varios rebeliones armadas como la del Levantamiento de Pascua de 1916 o la Guerra Civil (1922-1923). Además, hasta 1999, este precioso puente fue el único puente peatonal de Dublín. Hoy en día, hay hasta 23 puentes peatonales que cruzan el río Liffey.
Poco después de la independencia, en el año 1922, las nuevas autoridades irlandesas llamaron oficialmente a este puente como “Puente del Liffey”, aunque este nombre nunca ha sido capaz de hacer olvidar la denominación popular “Ha’penny Bridge”.
Esta bella estructura elíptica de hierro fundido, de casi 45 metros de larga por tres de ancha que se alza otros tres metros por encima del río Liffey, tuvo pocas remodelaciones hasta el añ 2001, cuando tuvo lugar una profunda y necesaria reconstrucción de su estructura
Si bien se respetaron la mayor parte de las características originales del puente, algunas desaparecieron con lo que se cuestionaron duramente las obras llevadas a cabo por la compañía de Belfast Harland and Wolff.
Por último, desde hace dos años, las autoridades se han puesto manos a la obra para acabar con los candados que los enamorados cuelgan de sus aros, al seguir la tradición del “Pont del Arcs” de París (Francia). Se trata de evitar que la acumulación de candados que ya han provocado varias grietas en la estructura del puente.