Las costumbres irlandesas y las españolas no son tan distintas como podría parecer y, aparte de las lógicas diferencias debidas a la geografía, comparten muchos rasgos comunes, probablemente por un pasado común de pobreza y la obvia influencia de la iglesia católica.
Casi la mitad de la población irlandesa acude regularmente a misa, sobre todo en las zonas rurales, y todavía es costumbre santiguarse al pasar delanter de una iglesia o al oír una ambulancia.
Por otro lado, seguramente porque los bares cierran temprano y hace demasiado frío para estar en la calle, los irlandeses suelen dejar el hogar familiar muy pronto, entre los 18 y los 20 años (aunque la subida de los alquileres de la última década se está empezando a notar).