Los dublineses tienen una afinidad muy especial con el teatro, parece que corre por sus venas. Tal vez esto explique por qué Oliver Goldsmith, Oscar Wilde y George Bernard Shaw conquistaron los escenarios londinenses incluso antes de que existiera el drama irlandés como tal.
Aunque la capital de Irlanda tiene una larga historia dramática y el primer teatro se fundó en el año 1637, la escena irlandesa no despegó realmente hasta el siglo XIX, cuando llegó el Celtic Revival Moverment y se creó el Abbey Theatre (se encuentra en Lower Abbey Street, entrada Abbey Theatre, 12), el teatro nacional de Irlanda.