Los caballos son, desde antiguo, una de las grandes pasiones de los irlandeses. Según narra las leyendas celtas, uno de los pasatiempos preferidos de los nobles, siempre que no estuvieran guerreando, era probar su maestría con las riendas. Asimismo, las ceremonias solemnes de las tribus finalizaban con la celebración de unos juegos en los que no podían faltar las carreras de caballos.
La «catedral» de la hípica irlandesa se encuentra en Curragh, en el condado de Kildare, un inmensa llanura verde donde montar a caballo es todo un placer muy complicado de explicar, pero digno de ser vivido en primera persona.
Desde los primeros siglos de la Era cristiana hasta hoy en día, se han venido celebrando carreras en esta localidad irlandesa. Hay registros escritos de los resultados de las carreras de Curragh dsede mediados del siglo XVIII.